Con el juicio de los ángeles y la sentencia de los santos,anatemizamos,execramos,maldecimos y expulsamos a Baruj de Spinoza [...],pronunciando contra él el anatema con que Josué anatemizó a Jericó,la maldición de Elías contra los hijos y todas las maldiciones escritas en el libro de la Ley.Sea maldito de día y maldito de noche ; maldito al acostarse y al levantarse,al salir y al entrar.¡Que el Señor jamás lo perdone o reconozca!Que la cólera y el disgusto del Señor ardan contra este hombre de aquí en adelante y descarguen sobre él todas las maldiciones escritas en el libro de la Ley y borren su nombre bajo el cielo [...].Por lo tanto se advierte a todos que nadie debe dirigirse a él de palabra o comunicarse por escrito,que nadie llegue a prestarle ningún servicio,morar bajo el mismo techo que él,acercársele a menos de cuatro codos de distancia o leer ningún documento diactado por él o escrito por su mano.
Durante la lectura de esta maldición ...el gemido y la nota prolongada de un gran cuerno se escuchaba de tanto en tanto;las luces que ardían intensamente al comienzo de la ceremonia,se extinguieron una por una a medida que ésta prosiguió,hasta que al fin se apagó la última,simbolizando la extinción de la vida espiritual,y así la congregación quedó en total oscuridad.
Extraído de La historia de los judíos,Paul Johnson,Ediciones B S A para el sello Zeta Bolsillo,Barcelona,2008.Traducción Aníbal Leal.
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